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Hay industrias cuyo coste energético puede suponer más del 50 por ciento de los de producción. Son las llamadas industrias electrointensivas. Representan más de 20.000 empresas grandes, pequeñas y medianas con un elevado consumo de energía (un 25% del consumo eléctrico nacional, según las asociaciones que las representan) y más de 660.000 empleos directos.

Estas industrias están muy ligadas a sectores como el químico, siderúrgico, gases industriales, metalúrgico…
También se incluyen aquellas otras que ya han dado el paso de transformación a la Industria 4.0 y están muy avanzadas en sus procesos de automatización y digitalización, como las automovilísticas, centros logísticos, agroalimentarias, centros de datos…
Finalmente, también son industrias electrointensivas las grandes empresas y entidades ligadas al sector servicios (compañías de ferrocarril, aeropuertos, hospitales, sector público…)

• Industrias electrointensivas: Cómo afecta la subida de precios de la energía
La actual subida de precios y volatilidad del sector energético está llevando a estas empresas a momentos críticos en su gestión. En algunos sectores, incluso, se ha llegado a parar parte de sus instalaciones. Esto coloca la actividad de producción y los empleos en grave peligro si esta situación se continúa en el tiempo.

Según las asociaciones empresariales, la industria española ha perdido, desde la crisis económica de 2008, un 23% del tejido productivo y un 19% del empleo. Ahora se encuentra en una situación de aumento de costes por la escalada de precios del gas y la electricidad.

El encarecimiento del gas y de los derechos de emisión de CO₂ —las dos principales causas de la explosión de los precios, según los representantes de estas industrias— son fenómenos comunes en toda Europa, pero insisten en que la situación de España es particularmente crítica al existir diferencias de compensaciones y regulaciones con otros países de nuestro entorno.

El barómetro de AEGE ya recogía que la industria española pagó la electricidad en 2020 entre 20 y 25 euros más cara por megavatio hora que la de Alemania y Francia. La mitad de estas diferencias se debían a los precios de la energía eléctrica y la otra mitad a las mayores compensaciones y los menores costes regulados (peajes de redes, cargos, tasas e impuestos). Los colectivos empresariales consideran que esta situación ha ido a peor.